lunes, 6 de julio de 2020

18. De la sexofobia al placer



Fueron varias decepciones amorosas en poco tiempo, Carlos (cap. 4 ep 4), Cerbero (cap. 4 ep 7), Francisco (cap. 4 ep 9), Pablo (cap. 4 ep 17), todas marcadas por infidelidad y sexo casual. Juan desarrolló aberración por el sexo, evidenciando el aspecto mas horrendo de su pasado religioso. Cualquier persona que conocía debia pasar un filtro a forma de conversación capciosa, bastaba que conozcan o peor aun si frecuentaban saunas o videos de encuentro sexual para cortar la amistad y pasar a una lista negra, con esta especie de fobia cada día perdía amistades y se aislaba de la sociedad. Por sexta vez estaba buscando ayuda psicológica, debia ser alguien de diversidad para que pueda entender la problemática. La única forma de superar el problema era enfrentándolo, aquel psicólogo lo desafió a transformar su concepto del sexo casual a través de la experiencia. Juan debia frecuentar aquellos lugares y deconstruir su mente hasta finalmente disfrutarlo.
Así en el 2014 decide ir por primera vez a un sauna gay, Apolo era el establecimiento de un amigo activista y uno de los mejores saunas de Quito, lo que supuestamente daría seguridad, en la recepción estaba aquel amigo que amablemente le dio un tour por el lugar, luego de pagar la entrada le entrego 2 toallas, una para uso y otra para secado para el final, un preservativo y la llave de un cancel donde quedaba segura toda la ropa, en aquella ocasión Juan conservó la ropa interior, entre el nerviosismo y el pudor se quedó estático en el hidromasaje, hasta que entraron en el espacio de 2 metros 2 chicos completamente desnudos, la excitación dio paso a caricias entre elles, demasiado para ese conservador tembloroso que abandonó el lugar al instante. 
Una semana después el susto se convirtió en curiosidad, por supuesto que regresó al lugar, aunque aun conservó la ropa interior, esta vez ya pasó del hidro al obscuro cuarto sauna, ya se atrevió a acariciar una cuerpa, era un esbelto chico indígena con una hermosa trenza que llegaba a la cintura, las caricias dieron paso a un apasionado beso interrumpido por el asustado principiante que salió de la oscuridad refugiarse en el hidromasaje, luego de un rato aquel apuesto indígena entro al agua junto a Juan, algunas palabras para romper el hielo continuaron aquel beso y en pleno hidro se dio ese primer delicioso encuentro de sexo casual. 
En Quito había 4 saunas similares, Apolo, Bambú, Azul y Jinetes. Juan conoció todos, a sus dueños, clientes frecuentes, métodos de auto cuidado y códigos para saber roles y gustos. Los domingos que antes eran de hipócrita religión transmutaron a tardes enteras de hidromasaje, sauna, turco, cuartos obscuros, salas de video porno, nudismo y múltiples encuentros sexuales, sin relaciones heteronormadas y mas bien eran casuales y una forma de hacer amistades, unas pasajeras y otras eternas, así la sexofobia se convirtió en placeres y multiorgasmas, reafirmando su frase “a relaciones con engaños que dejan enemigos, prefiero vaciles sinceros que dejan amigos”.

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